Porque
los libros y las personas se asemejan en más de un rasgo. Con lo que
tanto que varían y con la cantidad de tipos que existen. Con lo
emocionante e inquietante que pueden llegar a ser o en lo aburrido y
extenuante que podrían convertirse.
En la manera en la que uno los acoge: con dulzura y amor desde el principio, con familiaridad. O, en cambio, con amargura y esperando a que nos causen daño. Pero el rasgo que más deberíamos destacar en ambos, es que a veces hay que decidir si vale la pena arriesgarse y gastar tiempo en ellos, o si es mejor seguir de largo. ©
En la manera en la que uno los acoge: con dulzura y amor desde el principio, con familiaridad. O, en cambio, con amargura y esperando a que nos causen daño. Pero el rasgo que más deberíamos destacar en ambos, es que a veces hay que decidir si vale la pena arriesgarse y gastar tiempo en ellos, o si es mejor seguir de largo. ©