Quizá
haya esperado demasiado para reconocer que tu boca es mi lugar
favorito. Mi tiempo favorito. Y podría perderme en cada uno de tus
lunares. Conocer el universo de sonrisas que me llevan a cometerte
aunque sea unos segundos. Porque por ti saltaría al abismo. Porque
cuando escucho tu nombre la lluvia me parece especial, las calles
mojadas; empapadas de tu olor. Porque el precipicio es hermoso si
es contigo. Me arriesgo. Quizá llevamos tiempo buscándonos entre tantos
kilómetros. Y vamos a explotar una guerra de sonrisas. Miraremos por
las ventanillas, como medio perdidos pensando en cuántas estrellas caben
en el pecho.
A mí tus ojos me parecen constelaciones, me atrevo a decirte apenas susurrando. Me miras y vuelves a caer en trance. Ahora apuñalas tus labios contras los míos. Curas mis heridas. Corres por mi mente. Sonríes. Parece que ahora la vida es una canción; siempre he dicho que la persona que sea capaz de hacerme sonreír, parecería mi canción favorita: tú. Hay que saber moverse entre tantas balas que quieren pegar en el pecho. Pero te miro y pasa lo mismo de siempre: me acostumbro a la idea de morir en tus brazos.
Hay una revolución en tus ojos. Me reflejo en ellos, hay una vida. Me gusta el delirio, tu risa como sorpresa, tu voz como salvavidas, tu cuerpo como deseo. Porque sí, desnuda entonces me pareces más guapa. Me lo he imaginado, claro. Porque desnuda eres tentación, escape, anhelo, conquista, libertad, espacio, cielo, estrellas..., mundo. Y no sé cuántas noches pasarán mientras me ahogo en la soledad de tus besos. Pero hay algo claro: tú me encantas. Es simple, veo la vida pasar contigo. Porque sí. Porque contigo me lo he imaginado todo. Y me gusta.
A mí tus ojos me parecen constelaciones, me atrevo a decirte apenas susurrando. Me miras y vuelves a caer en trance. Ahora apuñalas tus labios contras los míos. Curas mis heridas. Corres por mi mente. Sonríes. Parece que ahora la vida es una canción; siempre he dicho que la persona que sea capaz de hacerme sonreír, parecería mi canción favorita: tú. Hay que saber moverse entre tantas balas que quieren pegar en el pecho. Pero te miro y pasa lo mismo de siempre: me acostumbro a la idea de morir en tus brazos.
Hay una revolución en tus ojos. Me reflejo en ellos, hay una vida. Me gusta el delirio, tu risa como sorpresa, tu voz como salvavidas, tu cuerpo como deseo. Porque sí, desnuda entonces me pareces más guapa. Me lo he imaginado, claro. Porque desnuda eres tentación, escape, anhelo, conquista, libertad, espacio, cielo, estrellas..., mundo. Y no sé cuántas noches pasarán mientras me ahogo en la soledad de tus besos. Pero hay algo claro: tú me encantas. Es simple, veo la vida pasar contigo. Porque sí. Porque contigo me lo he imaginado todo. Y me gusta.
— David Ruiz