Ella,
habría ganado la sonrisa más bonita del mundo. Era libre. Y yo amaba su
libertad. Para mí era la chica más excitante del universo, incluso.
Tenía magia en sus curvas y, ocasionaba que, algunas veces, parecía
enredarse con mi vida por no tener control de su belleza. Tenía los
labios carmesí, y una mejillas blancas ruborizadas. Cuando mucho, podría
sostener la idea de alejarme de ella, pero me
parecía imposible alejarme del mundo que me acogió en sus abrazos, y
besó las cicatrices que traía arrastrando desde hace tiempo. La extraño,
sí, bueno, no parecería raro extrañar ciertas personas que, aunque se
vayan demasiado pronto de tu vida, siguen ahí clavadas. Y sigo yo amando
los imposibles. No parece tan absurdo.
✎ David Ruiz